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Por: Juliana Mesa |
El gran cartel del mercado
convirtió a los individuos en sujetos, y con esto les quitó el tiempo, la
felicidad y la vida. Se acabó el siglo de las grandes guerras y se dio paso a
una nueva era que altera el orden de lo establecido, la línea roja la traspasa
y hace que cada amanecer sea la advertencia de continuar con la rutina.
En el gran cartel del mercado,
la sociedad, los medios y el silencio se han convertido en la mano derecha que produce
cientos de dólares. El imaginario que imponen vacía los campos y los bolsillos
de la clase media, pero por otro lado produce nuevos inversionistas en la
bolsa, haciendo del negocio inmobiliario una de las mejores alternativas de
empresa.
Los sujetos permanecen
persiguiendo una realidad ajena, un futuro que no tienen asegurado y la idea de
ser felices según los parámetros de los medios, mientras tanto son unos
abnegados de la vida y de las circunstancias, alegan ser bendecidos por
explotación e infamia, crecen anhelando un futuro mejor y en el camino esperan
por lo menos vivir el diario.
Cada mañana son más las caras
pálidas, los estómagos vacíos y las bendiciones matutinas que acompañan la vida
de la sociedad sujetada, el gran cartel del mercado les asegura que vivirán en
la plenitud, siempre y cuando encomienden su salud y su tiempo en el
enriquecimiento ilícito, que los obliga a escoger entre el consumo o sus derechos.
Los medios les dan un ejemplo de vida en donde el ahorro en dichas familias, les
permitió crear imperios, pero en una familia sujetada guardar 100 pesos,
implica descuadrar: pasaje, arriendo y comida.
Hombres y mujeres, insisten y
persisten en la idea de un futuro mejor, que parece ser la única esperanza que
los obliga a amanecer. Esa sociedad sujetada desconoce sus derechos, pero
despertó con los deberes aprendidos.
En el gran partido de la vida,
se presentan una disputa entre consumo versus derechos, los sujetos deben
rendirle cuentas al cartel sobre los artículos que compran, cada casa debe ser un pequeño almacén, éstos
angustiados por cumplir lo establecido, trabajan más horas de las que
humanamente puedan laborar, ganan migajas, lo que produce el fenómeno “el gran
hermano” filas que parecen un éxodo se alistan para crear una nueva deuda y así
poder ser visibles ante una sociedad que se ahoga en los carteles.