27 jun 2016

EL GRAN CARTEL DEL MERCADO

Por: Juliana Mesa
La sociedad está siendo testigo de la gran mafia que en la actualidad se alza con mayor fuerza, sin embargo ser espectadores ante la inminente depredación se ha convertido en el mejor pasatiempo, en un verdadero espectáculo, observar, delirar e inclinarse por lo vano, ha sido el mejor método que el cartel ha encontrado para incrementar su cartera.

El gran cartel del mercado convirtió a los individuos en sujetos, y con esto les quitó el tiempo, la felicidad y la vida. Se acabó el siglo de las grandes guerras y se dio paso a una nueva era que altera el orden de lo establecido, la línea roja la traspasa y hace que cada amanecer sea la advertencia de continuar con la rutina.

En el gran cartel del mercado, la sociedad, los medios y el silencio se han convertido en la mano derecha que produce cientos de dólares. El imaginario que imponen vacía los campos y los bolsillos de la clase media, pero por otro lado produce nuevos inversionistas en la bolsa, haciendo del negocio inmobiliario una de las mejores alternativas de empresa.

Los sujetos permanecen persiguiendo una realidad ajena, un futuro que no tienen asegurado y la idea de ser felices según los parámetros de los medios, mientras tanto son unos abnegados de la vida y de las circunstancias, alegan ser bendecidos por explotación e infamia, crecen anhelando un futuro mejor y en el camino esperan por lo menos vivir el diario.

Cada mañana son más las caras pálidas, los estómagos vacíos y las bendiciones matutinas que acompañan la vida de la sociedad sujetada, el gran cartel del mercado les asegura que vivirán en la plenitud, siempre y cuando encomienden su salud y su tiempo en el enriquecimiento ilícito, que los obliga a escoger entre el consumo o sus derechos. Los medios les dan un ejemplo de vida en donde el ahorro en dichas familias, les permitió crear imperios, pero en una familia sujetada guardar 100 pesos, implica descuadrar: pasaje, arriendo y comida.

Hombres y mujeres, insisten y persisten en la idea de un futuro mejor, que parece ser la única esperanza que los obliga a amanecer. Esa sociedad sujetada desconoce sus derechos, pero despertó con los deberes aprendidos.

En el gran partido de la vida, se presentan una disputa entre consumo versus derechos, los sujetos deben rendirle cuentas al cartel sobre los artículos que compran,  cada casa debe ser un pequeño almacén, éstos angustiados por cumplir lo establecido, trabajan más horas de las que humanamente puedan laborar, ganan migajas, lo que produce el fenómeno “el gran hermano” filas que parecen un éxodo se alistan para crear una nueva deuda y así poder ser visibles ante una sociedad que se ahoga en los carteles.