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Colombia es el mejor ejemplo
a nivel mundial, de las personas que no saben y creen saber que saben, esto se
debe a que existe una tendencia generalizada en seguir a las masas y una
extinguida conciencia en hacerse cargo como personas individuales de sus
decisiones. Podría atreverme a decir, que a nivel nacional las instituciones
del poder político siguen la filosofía de las iglesias para acumular adeptos, y
lo hacen basados en un miedo generalizado del que las personas se adhieren y
del que se convierten en multiplicadores del mensaje, pero que ni por error
reflexionan sobre él, convirtiéndose en personajes de un circo en donde el tema
principal es la moda de la desinformación a base de censurar el pensamiento.
Se supone que los medios de
comunicación están destinados a brindar información a la que no todos los
ciudadanos tienen acceso para que estos puedan ejercer sus derechos, es decir,
permitirles crear debate para que forjen una conciencia crítica sobre su
entorno y actúen según sus criterios, pero contrario a esto, los medio se han
dedicado a ser la conciencia de la sociedad, censuran el debate, apagan las
voces y eliminan la oposición. De forma descarada influyen en el pensamiento
colectivo anulando los criterios deontológicos con lo que se rige el
periodismo. En Colombia, se ha creado la tendencia de hacer noticia una
publicación en las redes y como no todas las personas tienen acceso a éstas, la
radio se ha convertido en la multiplicadora de dichos mensajes que no son más
que un enfrentamiento mediático entre la derecha, y que no le aportan nada al
progreso del país.
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La misión informativa de la
actualidad está basada en crear una opinión homogénea sobre un evento nacional,
lo que impide hacer que los ciudadanos sean críticos, porque en otras cosas se
les ha arrebatado la memoria, los colombianos son seres sin un ayer colectivo,
porque desde la construcción de nación las élites se han encargado de eliminar
todo aquel sentimiento que las identifique con el territorio del que hacen
parte. La caja de Pandora fue abierta hace muchos años, pero nadie lo sabe. “Los
que no son ricos, ni blancos, ni machos, ni miliares, rara vez actúan en la
historia oficial de América Latina” (Galeano, 1997). Colombia ha regresado o
tal vez nunca ha salido de la época en la que la iglesia era quien dictaminaba las
reglas que regían a la sociedad colombiana, ahora el ala conservadora sigue
intimidando a la población, mientras aún continúa el juego de las élites del poder.
En Colombia la salud, la
democracia, la información y las encuestas fallaron, prevalece el
envenenamiento masivo por medio de la propaganda, de la que participan múltiples
voces, pero de la que se encarga sólo una. No queda sino por decir, que no hay
salud democrático-informativa sino que existe un odio colectivo por un enemigo
del que poco o nada conocen, porque en definitiva los medios se han encargado
de aniquilar el derecho de los ciudadanos en tener una posición crítica sobre
la actualidad política del país, y se han dedicado a comunicar eventos a
medias, a crear agendas mediáticas y no educativas, y la sociedad se ha
encargado de fortalecer cadenas que expropian el derecho de conciencia, pero
refuerzan la propiedad privada del ser pensante.
Referencias
Cuarto poder: los medios en la sociedad de la información. (2012) SuperShwepps. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=AGDuE7g0t9c
Galeano, E. (2014). Memorias y desmemorias. En los diablos del Diablo (1 reimpresión, pp 7-15). Bogotá, Colombia: AÚN CREEMOS EN LOS SUEÑOS.