La tenue luz de la luna iluminaba el lugar y a través de ella alcancé a ver su hermoso rostro, sus ojos brillantes expectantes a ese reencuentro, sus labios se curvaban para crear una maravillosa sonrisa, sus ojos buscaban los míos y al encontrarse caminó con paso fuerte hasta donde yo me encontraba. Algunos tienden a acusar a las noches de luna llena de las travesuras de los enamorados, pero esa noche, esa noche ella fue mi compañera, mi amiga, la testigo de la energía que recorría mi cuerpo que hacía sonrojar mis mejillas y formar tontas sonrisas que ni mordiéndome el labio podía evitar, su mirada atravesaba mi alma y como una adolescente viviendo su propia historia de Romeo y Julieta, caminé entre la multitud, recordando aquellas palabras que años atrás le expresé, "estamos cada uno en el extremo de la cuerda, quizás, tan sólo quizás, llegue el día en que nos encontremos en el medio", y ahí estábamos, él caminaba con pasos firmes, los míos eran temblorosos, pero no importaba si caía, sabía que él estaría al final del camino para sujetarme...
Imágenes tomadas de google.com
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